La eterna espera

La eterna espera

miércoles, 11 de mayo de 2011

Llega la hora de tomar las calles

Las organizaciones siempre suelen ser el mayor obstáculo para que la juventud logre organizarse en la lucha contra la corrupción política y un sistema que nos exprime, que quiere hacernos olvidar que años atrás muchas personas perdieron su vida por los derechos que en estos días nos están quitando poco a poco. La sociedad sigue caminando a paso de cangrejo hacia un futuro en el que seremos las ovejas de empresarios, banqueros y políticos desalmados. Aquí y ahora debemos ponernos en pie de guerra para no cruzar el punto de no retorno.

Aquí y ahora estamos obligados a indignarnos ante los recortes sociales, la ya notable ausencia de libertad y los inmerecidos privilegios de los gobernantes mundiales que se niegan a bajarse el sueldo mientras el pueblo sufre o que no quieren viajar en clase turista por no arrugarse el traje. Aquí y ahora es nuestro deber gritar alto y, si es necesario, fabricar una insurrección pacífica en las calles, con numerosas manifestaciones y huelgas reales, lejos de los sindicatos manipuladores, lejos de la burocracia caducada.




Nuestros gobiernos nos han envuelto en el dilema de actuar ahora de forma desesperada o esperar desesperadamente a más tarde para ver si cambian las cosas. El pueblo debe empezar a mandar de verdad, a expresar su descontento con este sistema que impone una minoría a la mayoría. Paro, guerras, hambre, contaminación y manipulación es lo que debemos agradecer a nuestros gobernantes. Un futuro lleno de temores es lo que les espera a las generaciones venideras si no actuamos ahora. A una semana de las elecciones tengo muy claro que mi voto no se lo merece nadie. No quiero ser complice de un clasismo encubierto, ni de los numerosos actos de corrupción que diariamente hacen los políticos a los que les hemos allanado el camino al poder varios años atrás con una papeleta de confianza. ¡Ya basta! O los que ocupan puestos de poder reflexionan y cambian de rumbo hacia un mundo mejor y justo para todos, o la batalla por el progreso de nuestro sociedad empezará en las calles, quizás con una violencia que cada vez se está ganando más el privilegio de llegar a ser legítima...